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5 MINUTOS CON: La salud urbana

Aunque la gran mayoría de la humanidad vivimos en ciudades, no hemos sabido hacer de ellas un lugar del todo saludable para vivir.
16 de enero de 2024
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Aunque la gran mayoría de la humanidad vivimos en ciudades, no hemos sabido hacer de ellas un lugar del todo saludable para vivir. Los modelos urbanos actuales arrastran grandes dosis de urbanismo, arquitectura y tecnología, pero muy poca humanidad. Por hacer plazas y aceras funcionales que se limpien bien hemos generado entornos inhumanos que nos enferman.
Cada vez hay más estudios que demuestran que la falta de verde en la ciudad es letal: 43.000 personas mueren al año por falta de zonas verdes. Podemos verlo en positivo porque hay estudios que muestran que tener zonas verdes en un radio de 500 metros de nuestra casa nos alarga, estadísticamente hablando, un mínimo de tres años nuestra esperanza de vida.
Una ciudad inhumana, es decir, con poca naturaleza, grandes distancias y mucha contaminación, perjudica especialmente a las personas mayores, a las mujeres embarazadas y a los niños. Por mucho que queramos protegerlos, la única forma eficaz de hacerlo es cambiando esos tres factores. Y las medidas las conocemos bien. Bosques y parques urbanos para atajar el primer problema, la ciudad de los quince minutos para corregir el segundo, y zonas de bajas emisiones, con tráfico reducido, para abordar el tercero.
Las evidencias de los impactos de la contaminación atmosférica en nuestra salud son abundantes y tremendas. El número de ingresos en hospital de personas con complicaciones respiratorias y cardiovasculares graves se dispara cuando suben los niveles de contaminación. La exposición crónica a las partículas llamadas PM2,5 y a diversos aerosoles y moléculas que se emiten por los tubos de escape y por las chimeneas de las ciudades genera problemas en nuestro sistema cognitivo, especialmente cuando la exposición ocurre durante el desarrollo del cerebro, en la etapa infantil.
Por el contrario, la disponibilidad de zonas verdes mejora mucho las cosas durante el desarrollo incluso antes de nacer: según la cantidad de “verdor” que se tenga en un radio de 300 m durante el embarazo así será nuestra capacidad verbal, ya que se cuantificó un incremento de un 1,5% de capacidad verbal por cada 0,20 unidades de aumento del verdor. Las relaciones entre rendimiento escolar y cantidad y proximidad de zonas verdes son muy claras: la vegetación mejora significativamente las puntuaciones de Lectura, Gramática y Aritmética elemental en varios niveles de educación infantil en estudios realizados en las principales ciudades europeas.
El que la sombra de los árboles refresca es algo obvio. Esa sombra se vuelve crucial en las cada vez más frecuentes olas de calor. La ciencia tan solo le pone números a esta relación tan evidente: podemos hablar de una regla de los tercios ya que un tercio del espacio urbano con árboles reducen un tercio las muertes por isla de calor en diversas ciudades europeas estudiadas. Ante el calentamiento global y el crecimiento de la población urbana, es esencial optimizar la configuración de las zonas verdes urbanas para traer el máximo beneficio en términos de enfriamiento y frescor.
Desde Suecia hasta Sierra Leona, las ciudades están convirtiendo la crisis climática en una oportunidad para una vida más feliz y saludable. Medellín (Colombia), antaño conocida como la capital colombiana de la cocaína, es una de ellas. Su reputación futura podría depender de una serie de respuestas imaginativas a la crisis climática. La plantación de "corredores verdes" proporcionan en esta ciudad caminos sombreados para peatones y ciclistas. Esto ya ha reducido las temperaturas en 3 grados centígrados. En Medellín, las personas que habían sufrido años de violencia se han reunido para recibir formación como jardineros urbanos y su entrenamiento mejora la salud de los habitantes de esta ciudad. Atenas, una de las ciudades europeas más amenazadas por la crisis climática, está reverdeciendo sus colinas, famosas por sus bosques en la época clásica, restaurando terrenos baldíos como parques naturales e instalando fuentes. Las temperaturas en la plaza Omonia, bajo la Acrópolis, ya han descendido 4 grados centígrados gracias a ello. En Gran Bretaña, la crisis climática se traduce no solo en calor sino también en inundaciones. La clave está en absorber el agua a medida que va cayendo, de modo que se reduzcan las inundaciones. Los paisajes de las ciudades británicas se deben alejar de una lámina lisa de hormigón y parecerse a una esponja. Esto es lo que están haciendo en la zona de Hammersmith en Londres
Hay muy pocas dudas de que, en zonas urbanas, es clave aliarse con la naturaleza para mejorar nuestra salud, especialmente mientras crecemos. Una planificación urbana bien diseñada puede beneficiar el desarrollo cognitivo y motor de los niños. Aumentar la cantidad de árboles y zonas verdes no solo mejora nuestra salud, sino que hace de las ciudades unos entornos mejores para vivir en los nuevos escenarios de cambio climático.

Fernando Valladares
valladares.info
Doctor en biología, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Director del proyecto "La Salud de la Humanidad"

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