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5 MINUTOS CON: Deportes insostenibles

Nadie tiene ya la más mínima duda de que el ser humano impacta el medio ambiente con sus cientos o miles de actividades cotidianas.
31 de enero de 2024
Lectura: 4 minutos
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Nadie tiene ya la más mínima duda de que el ser humano impacta el medio ambiente con sus cientos o miles de actividades cotidianas. En este análisis ponemos el foco en las actividades industriales o en las más masivas, como el transporte diario. Se nos suelen quedar en el tintero algunas actividades de tiempo libre o que solo algunos profesionales realizan de manera intensa. Sería el caso de los deportes. Está claro que son sanos, pero, ¿son sostenibles?

El deporte en general cuenta con una gran valoración social, pero pocas veces revisamos la otra cara de la moneda, su huella ambiental. De hecho, no hay deporte que no impacte el medio ambiente de una forma u otra, pero mientras que el impacto de correr por una pista de atletismo es muy modesto, no puede decirse lo mismo de otros deportes como la Formula 1, el esquí o el golf.
Por ejemplo, cada coche de Fórmula 1 contamina más o menos lo mismo que un camión o un vehículo industrial en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. La fórmula 1 en su conjunto emite más de 300.000 toneladas de CO2 al año, aunque solo la mitad procede de los vehículos que compiten ya que la otra mitad corresponde al traslado de todo el material de un circuito a otro. Cada equipo en el circuito recorre unos 160 mil kilómetros anuales entre las carreras y las sesiones de prueba.

La huella es de tal calibre que para 2026 los organizadores obligarán a usar combustible ecológico, un combustible sintético que no emplea petróleo ni sus derivados. Esto aliviaría un poco uno de estos dos problemas. Pero hay más. Solo los neumáticos que se emplean en los entrenamientos y en las competiciones suponen un grave problema de contaminación. En cada temporada se consumen 60,000 neumáticos de grandes dimensiones, neumáticos que solo duran unos 100 km (y cada carrera supone unos 300 kms). Para lograr agarre a gran velocidad y poder frenar y acelerar con rapidez estos neumáticos se desgastan enseguida, liberando grandes cantidades de partículas finas de caucho y goma que acaban dispersas en una gran extensión. Las de menor diámetro permanecen suspendidas durante días pudiendo viajar a largas distancias. Por si todo esto fuera poco, hay que añadir la contaminación acústica ya que el estruendo de estos coches se escucha a kilómetros de distancia.

Otro ejemplo es el esquí, en especial el esquí alpino o de descenso, que a diferencia de otras modalidades como el esquí de travesía o el esquí nórdico, requiere de grandes infraestructuras como remontes y telesillas, asi como edificios y toda una variedad de vehículos y equipos. Todo esto se concentra en las zonas más altas de las montañas de Europa y América, lugares que son de por sí muy sensibles al impacto humano.
Ahora sabemos que muchas de estas instalaciones van quedando obsoletas a medida que el cambio climático va elevando la cota de nieve en todo el planeta. De hecho, el cambio climático está poniendo en jaque los mismísimos juegos de invierno. De mantenerse las emisiones globales actuales, a finales de siglo solo quedaría una ciudad fiable para ser sede. Y son 21 las ciudades que van optando alternativamente a organizar los juegos.
Ante esta situación no cabe plantear nuevas estaciones de esquí en nuestras montañas. Su altitud no es suficiente y el impacto ambiental no se puede justificar por ninguna razón económica o social, ya que es un caso claro de “pan para hoy y hambre para mañana,” Los propios atletas desean que el mundo del deporte sea una fuerza poderosa para inspirar y acelerar la acción climática.

Un tercer ejemplo de deporte poco sostenible es el golf. Hablar de golf es hablar de un uso intensivo de agua. Este deporte se originó en las verdes praderas del Reino Unido, pero se practica hoy en día en todo el mundo incluyendo zonas secas e incluso desiertos. Está asociado a personas con un elevado poder adquisitivo y a un turismo de lujo por lo que las presiones económicas son incluso mayores que las que llevan a instalar estaciones de esquí en lugares donde pronto apenas quedará nieve suficiente. Hablar de golf es hablar también de consumo de territorio, de urbanización del medio rural y natural, de pérdida de conectores biológicos entre espacios naturales o entre rincones de alto valor ecológico, de contaminación de acuíferos, de alteración del paisaje, de presión humana, de incremento del tráfico, del ruido, de la contaminación lumínica y de un largo etcétera. Una larga colección de problemas ambientales para un deporte minoritario.

Así pues, no todos los deportes tienen igual cabida en un mundo limitado y afectado más que nunca por las actividades humanas. Veamos de reducir los impactos de los deportes más insostenibles y consideremos seriamente buscar otras alternativas para ejercitarnos y competir.

Fernando Valladares
valladares.info
Doctor en biología, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Director del proyecto "La Salud de la Humanidad"

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