El decrecimiento despierta dudas y recelos en mucha gente, e incluso dentro del ecologismo hay muchas orientaciones. Hay ciertas personas que se siguen agarrando al milagro de los panes y los peces, que pretenden reconciliar el planeta con el modelo económico preponderante. Quizá lo hagan por miedo, desconocimiento o como una posición ideológica. Otras personas defienden que se trata de una posición muy utópica y que sería mejor aprovechar lo que ya existe en forma de energía renovable y tecnologías más blandas y verdes para hacerlo mejor. Están bienintencionadas, pero lo que sí es utópico es posponer el momento de tomar las decisiones más difíciles. El decrecimiento no es opcional, ocurrirá. Está ocurriendo. Nuestra inteligencia estará en irlo planificando e ir planteando formas de compensar o mitigar los efectos colaterales o no deseados, y apoyar los sectores mas desfavorecidos que pudieran verse más afectados. Pero el decrecimiento es, en realidad, una mejora social y humana, además de una forma de evitar los principales problemas ambientales. Hay muchas y grandes noticias asociadas al decrecimiento y por eso en algunos países iberoamericanos lo llaman "el buen vivir".