Play Video

5 MINUTOS CON: PIB naturaleza o felicidad

Olvidamos con demasiada frecuencia que sin ecología no hay economía. Dejamos que la economía regule todo y hasta que domine nuestras conversaciones y estados de ánimo.
13 de noviembre de 2023
Lectura: 6 minutos
Play Video

Olvidamos con demasiada frecuencia que sin ecología no hay economía. Dejamos que la economía regule todo y hasta que domine nuestras conversaciones y estados de ánimo. "Usamos la naturaleza porque es valiosa; abusamos de ella porque es gratis". Esto no lo ha dicho un ecólogo, sino un político. Barry Gardiner, diputado del Reino Unido y ministro en la sombra de Medio Ambiente Natural y Pesca. Esto explica por qué la destrucción de los ecosistemas y la biodiversidad sigue avanzando en todo el mundo: porque el innegable valor de la naturaleza es invisible en las decisiones económicas.

Pongamos un ejemplo. Cuando cientos de miles de hectáreas de bosque se queman en un incendio, el producto interior bruto (PIB) de un país, esa vara de medir el desarrollo a la que todo debe supeditarse, crece. ¿No es increíble y a la vez doloroso que los grandes incendios que asolaron Europa, especialmente España, durante el terrible verano de 2022, hayan generado “riqueza” según el indicador económico más ampliamente utilizado?

El PIB es un indicador del valor de mercado de la producción total de mercancías. Está diseñado para medir lo que sea de interés para el capital, no para medir el valor de uso ni el bienestar social. Los índices de felicidad como el FNB (felicidad nacional bruta) y otros se emplean en países como Bután y se estudian en otros como Nueva Zelanda, Reino Unido o Canadá) pueden ser útiles para algunos propósitos. Pero no pueden remplazar al PIB. Hacen falta alternativas más sólidas. Un enfoque es el Índice de Progreso Real, que básicamente empieza con el PIB y luego le resta algunas consecuencias ecológicas y sociales, resultando en un número más coherente.

El problema es querer resumirlo todo en un solo índice. Sabemos que queremos mejorar la educación, la salud, los salarios, la conservación de la naturaleza, la reducción del cambio climático. El progreso debe entonces medirse con esos objetivos, en vez de asumir que si aumentamos un único número vamos a conseguir todos los objetivos por arte de magia.

Hay un concepto, el de capital natural, que pretende cambiar esta situación. Se llama capital natural a las reservas de recursos de un ecosistema y a la capacidad para proporcionarnos servicios que contribuyen a nuestro bienestar: Servicios como pueden ser el agua, los diferentes usos de las plantas, o la madera. El capital natural asigna a la naturaleza un valor monetario, indispensable para los responsables de tomar decisiones. El análisis conjunto del producto interior bruto y el capital natural permitiría concluir si el crecimiento económico del país se ha realizado de forma sostenible o si, por el contrario, se ha hecho a costa de perder capital natural.

Los economistas llevan tiempo trabajando con la idea de incluir el medio ambiente en la economía, en la contabilidad de la riqueza. ¿Por qué no tener un "Producto Interior Responsable", en el que se reste la pérdida de capital natural que se ha producido durante el año?

El Sistema de Contabilidad Ambiental Económica es un marco que integra los datos económicos y ambientales para ofrecer una visión más completa y polivalente de las interrelaciones entre la economía y el medio ambiente.
Un sistema que se encuentra en fase embrionaria debido al gran desafío que supone para muchos economistas la fusión entre medio ambiente y economía.

Cada vez son más las voces como la de Mariana Mazzucato o Jason Hickel que indagan como subordinar la economía al auténtico bienestar de las personas y a la salud planetaria. Tenemos en nuestro país importantes figuras como la de Joan Martínez Alier o la de José Mariá Naredo ,que están haciendo grandes progresos en el estudio y la divulgación de una nueva economía basada en la limitación natural de recursos y en la armonía con un medio ambiente cada vez más amenazado.Olvidamos con demasiada frecuencia que sin ecología no hay economía. Dejamos que la economía regule todo y hasta que domine nuestras conversaciones y estados de ánimo. "Usamos la naturaleza porque es valiosa; abusamos de ella porque es gratis". Esto no lo ha dicho un ecólogo, sino un político. Barry Gardiner, diputado del Reino Unido y ministro en la sombra de Medio Ambiente Natural y Pesca. Esto explica por qué la destrucción de los ecosistemas y la biodiversidad sigue avanzando en todo el mundo: porque el innegable valor de la naturaleza es invisible en las decisiones económicas.

Pongamos un ejemplo. Cuando cientos de miles de hectáreas de bosque se queman en un incendio, el producto interior bruto (PIB) de un país, esa vara de medir el desarrollo a la que todo debe supeditarse, crece. ¿No es increíble y a la vez doloroso que los grandes incendios que asolaron Europa, especialmente España, durante el terrible verano de 2022, hayan generado “riqueza” según el indicador económico más ampliamente utilizado?

El PIB es un indicador del valor de mercado de la producción total de mercancías. Está diseñado para medir lo que sea de interés para el capital, no para medir el valor de uso ni el bienestar social. Los índices de felicidad como el FNB (felicidad nacional bruta) y otros se emplean en países como Bután y se estudian en otros como Nueva Zelanda, Reino Unido o Canadá) pueden ser útiles para algunos propósitos. Pero no pueden remplazar al PIB. Hacen falta alternativas más sólidas. Un enfoque es el Índice de Progreso Real, que básicamente empieza con el PIB y luego le resta algunas consecuencias ecológicas y sociales, resultando en un número más coherente.

El problema es querer resumirlo todo en un solo índice. Sabemos que queremos mejorar la educación, la salud, los salarios, la conservación de la naturaleza, la reducción del cambio climático. El progreso debe entonces medirse con esos objetivos, en vez de asumir que si aumentamos un único número vamos a conseguir todos los objetivos por arte de magia.

Hay un concepto, el de capital natural, que pretende cambiar esta situación. Se llama capital natural a las reservas de recursos de un ecosistema y a la capacidad para proporcionarnos servicios que contribuyen a nuestro bienestar: Servicios como pueden ser el agua, los diferentes usos de las plantas, o la madera. El capital natural asigna a la naturaleza un valor monetario, indispensable para los responsables de tomar decisiones. El análisis conjunto del producto interior bruto y el capital natural permitiría concluir si el crecimiento económico del país se ha realizado de forma sostenible o si, por el contrario, se ha hecho a costa de perder capital natural.

Los economistas llevan tiempo trabajando con la idea de incluir el medio ambiente en la economía, en la contabilidad de la riqueza. ¿Por qué no tener un "Producto Interior Responsable", en el que se reste la pérdida de capital natural que se ha producido durante el año?

El Sistema de Contabilidad Ambiental Económica es un marco que integra los datos económicos y ambientales para ofrecer una visión más completa y polivalente de las interrelaciones entre la economía y el medio ambiente.
Un sistema que se encuentra en fase embrionaria debido al gran desafío que supone para muchos economistas la fusión entre medio ambiente y economía.

Cada vez son más las voces como la de Mariana Mazzucato o Jason Hickel que indagan como subordinar la economía al auténtico bienestar de las personas y a la salud planetaria. Tenemos en nuestro país importantes figuras como la de Joan Martínez Alier o la de José Mariá Naredo ,que están haciendo grandes progresos en el estudio y la divulgación de una nueva economía basada en la limitación natural de recursos y en la armonía con un medio ambiente cada vez más amenazado.

Fernando Valladares
valladares.info
Doctor en biología, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Director del proyecto "La Salud de la Humanidad"

La recivilización

"Desafíos, zancadillas y motivaciones para arreglar el mundo"
El primer libro de uno de los ecólogos con mayor prestigio y visión de futuro:
Fernando Valladares

No te pierdas nada

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Copyright © 2012 – 2023 Fernando Valladares - Todos los derechos reservados
film-playusersmap-markerscreenearthvolume-highmicclockmagnifiercrosschevron-left-circlechevron-right-circle linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram