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5 MINUTOS CON: La paradoja del ecoturismo

Cuando algo es escaso se vuelve valioso. Y todos queremos tener la oportunidad de disfrutar de lo escaso y valioso.
7 de noviembre de 2023
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Cuando algo es escaso se vuelve valioso. Y todos queremos tener la oportunidad de disfrutar de lo escaso y valioso. Ello hace que una especie animal al borde de la extinción o todo un ecosistema amenazado se vuelvan objetivos de proyectos no solo de conservación, sino también de ecoturismo.

Bosques relictos como el Hayedo de Montejo de la Sierra, en el norte de la comunidad de Madrid, se convierten rápidamente en destinos potenciales para miles de visitantes. Pero los viajeros comprometen, muchas veces sin saberlo, y con su mera presencia, el buen funcionamiento de los ecosistemas que visitan. El Hayedo de Montejo cuenta con apenas unas 250 hectáreas. Es una pequeña isla atlántica en plena región mediterránea. Se trata de uno de los hayedos europeos situados más al sur, y el que haya llegado hasta nuestros días es una carambola entre la historia y el microclima del lugar.

La regeneración del haya en este lugar es muy difícil y por este motivo hubo que limitar las visitas y maximizar las atenciones a estos árboles que sufren, más que ningún otro, el calor y la sequía que trae consigo el cambio climático. El hayedo de Montejo, húmedo y boscoso, nos habla de cómo debió ser el Sistema Central en otras épocas. Este retazo de bosque caducifolio centroeuropeo fue declarado Sitio Natural de Interés Nacional en 1974 y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2017. Figuras que carecen de significado si la gestión de los visitantes no es la adecuada.

El ecoturismo puede funcionar como una poderosa herramienta para la conservación de especies, pero cuando pone el foco en la fauna, puede hacer saltar nuevas alarmas. Por ejemplo, los viajeros que acuden a los santuarios de gorilas de montaña, en Uganda, pueden estar enfermos y crear un riesgo grave de transmisión de patógenos a estos primates escasos y amenazados. Aunque los participantes en el turismo de naturaleza suelen preocuparse por la protección del medio ambiente, varios estudios han documentado que una proporción significativa de ecoturistas ignoran los riesgos que pueden suponer para la salud de los animales no humanos.

Los efectos negativos del ecoturismo sobre la fauna salvaje están aumentando en todo el mundo. Por ello hace falta monitorizar frecuentemente el estado fisiológico y la salud de las poblaciones animales que reciben muchas visitas. Este es el caso de las colonias de pingüinos de Magallanes en la Patagonia. El estrés impuesto por los visitantes y la creciente actividad ecoturística está disminuyendo la vitalidad y la capacidad reproductiva de estos fascinantes pingüinos que viven en madrigueras, algo insólito para estas aves marinas. Su hábitat terrestre y su incapacidad para volar les hace muy vulnerables a los humanos, por lo que toca extremar precauciones.

El ecoturismo representa en realidad un difícil encaje de bolillos, ya que requiere balancear los elementos ambientales, financieros y sociales para su propio mantenimiento como actividad económica. Llevando demasiados turistas a un lugar sensible puede dañarlo, pero llevar muy pocos turistas puede comprometer la viabilidad económica de la visita, hacerla demasiado cara o incluso permitir otras actividades lucrativas como el tráfico ilegal de especies o la deforestación.

Sean muchos o pocos los ecoturistas que visitan un lugar, hay que tener muy en cuenta un tercer eje, la población local. Los residentes en el entorno del espacio natural deben ser consultados e implicados en las decisiones y deben recibir una parte significativa de los beneficios económicos si se quiere asegurar tanto la sostenibilidad y atractivo de la actividad como la conservación de la naturaleza.

Se ha demostrado en numerosas ocasiones que el contacto con la naturaleza es la mejor medicina para los seres humanos. Si a esto le sumamos una cierta dosis de actividad física, tenemos la combinación perfecta para mejorar nuestra salud mental y física. Por ello y por su potencial para mejorar la conservación de los espacios naturales, el ecoturismo es una actividad fabulosa. Solo debe prestar atención a no destruir precisamente aquello que permite disfrutar.

Fernando Valladares
valladares.info
Doctor en biología, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Director del proyecto "La Salud de la Humanidad"

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